Espero que estéis disfrutando de lo que va de verano, que estéis sacando partido de las tardes largas, los atardeceres lentos; que podáis estar aprovechando oasis de ratitos dedicados solo a vosotras. Ojalá hayáis hecho lo posible por crear ese espacio en el que explorar, jugar, crear.
Yo ando en el proceso y creo que puedo decir con firmeza que este verano lo he conseguido, aunque haya sido a tropezones y de aquella manera, como hacemos cada cosa los padres primerizos. Estoy creando una nueva web, un nuevo diseño precioso que eleve el trabajo tan fino que estoy tratando de hacer; nuevos productos para ofreceros cuando vuelva al trabajo oficialmente en enero, un podcast y un nuevo libro. También me he matriculado en un nuevo máster (¿dejaré de hacer postgrados algún día?) y estoy pasando más tiempo con la familia. Si sumas eso a que tengo un bebé de seis meses, verás que va en serio lo de que hemos querido aprovechar bien el verano.
Pero vamos a lo que vamos.
Ha pasado un mes y hoy toca abrir las puertas de El Consultorio de nuevo.
Recuerda que al menos una vez a la semana respondo vuestras preguntas por stories en mi Instagram, así que si aún no me sigues por allí, puedes hacerlo desde aquí. Lo mismo te digo si me enviaste tu consulta por aquí y no he podido escogerla para contestarla aún, Instagram es más inmediato y siempre llego a más de una vez.
Silvia, de 40 años, entró a El Consultorio con la siguiente historia:
«¿Es posible compaginar crianza, pasión (escritura) y trabajo sin sentirte culpable por no llegar a todo? ¿Cómo se logra?»
He escogido esta pregunta de Silvia porque, aunque no todas somos madres —no todas queremos, podemos ni estamos en ese momento— a todas puede resonarnos esa dificultad a la que refiere para conciliar obligaciones, pasión, amistades, ocio, vida familiar.
Procuro leer vuestras preguntas desde varias perspectivas antes de contestarlas. Al leer a Silvia percibí tres grandes bloques:
1. La noción de conciliación que plantea la palabra compaginar
2. La culpa y la posibilidad remota de escapar de ella
3. La idea de poder llegar a todo
Silvia, vamos a tratar de desgranar un poquito mejor qué encierran estas tres ideas importantes.
1. La noción de conciliación que plantea la palabra compaginar
Compaginar implica «combinar o alternar dos cosas que guardan relación o conexión de manera que ambas estén u ocurran a la vez». Cuando entendemos conciliar desde esta perspectiva, planteamos inconscientemente que exista la posibilidad de hacerlo todo a la misma par.
Tú ya sabes como sé yo y como sabemos todas que vivir es elegir y elegir es renunciar. Yo soy muy nueva en esto de la maternidad, así que seguro que voy más tarde que tú en darme cuenta de que lo cierto es que no se concilia, se compromete. Y el compromiso exige decisiones de un equilibro delicado. No conozco tu situación particular y, aunque lo hiciera, tendría mucho cuidado de no hacer juicios a la ligera, pero me gustaría pedirte que le dedicaras un minuto a pensar en esto. A qué has renunciado, a qué no tienes otra que renunciar y qué podrías cambiar hoy para cambiar un poco el rumbo y que el compromiso que tienes que hacer estuviera más alineado con tus valores.
2. La culpa y la posibilidad remota de escapar de ella
Te diré que cuando me quedé embarazada de Santiago solía acudir cada fin de semana a cursillos de parenting con Gonzalo. Como buena neurótica que una es, pensaba que podría descifrar la maternidad a base de lecturas, clases y una justa dosis de la información correcta. Pronto descubrí que aquellas sesiones no siempre me hacían más bien que mal. En cada una de ellas describían la culpa de la madre y nos anticipaban lo mal que nos sentiríamos por no poder llegar a todo. Los ingleses hablan del ´mom´s guilt´. No me pasó desapercibido que nadie hablaba del ´dad´s guilt´. Nadie parecía esperar de los hombres un sentimiento de culpa por tener que comprometer en ciertos aspectos.
La culpa maternal es, sin lugar a dudas, terreno de lucha para la psicología feminista. Pensemos en cómo socializamos a las mujeres. En cómo se fabrica la feminidad alrededor del concepto del cuidado. En la narrativa absolutista que hemos generado alrededor del concepto de maternidad: Una buena madre está ahí para sus hijos. Una buena madre no se pierde nunca nada. Una buena madre está emocional y físicamente disponible para sus hijos en cada momento. Una buena madre sabe ponerse siempre en un segundo y discreto lugar cuando concierne al espacio familiar. Y así podría escribiros cien newsletters.
Cuestionar la culpa y aprender a reflexionar sobre ella no impide que la sintamos, pero sí que hacerlo nos despega del síntoma, nos permite verla con ojos de científica, colocarla en la nebulosa de lo teórico y cuestionarla con la frialdad con la que no podemos desde el plano emocional.
3. La idea de poder llegar a todo
Recuerdo a mi supervisor de Coaching Psychology en Londres, el Dr Law, que solía recordarme que una puede hacerlo todo, lo que no puede es hacerlo todo a la vez.
No sé si a ti también te pasa, Silvia, pero siento que vivimos pensando que alguien ha descubierto algo con lo que algunas aún no hemos dado. Que alguien sabe algún secreto de la felicidad eterna que el destino guarda lejos de nuestras manos. Y esto es un enorme engaño. Pienso que es buena idea recordárnoslo. Que todas estamos haciendo malabares, que puede que estos primeros años de nuestros niños sean, en el mejor de los casos, unos años algo más lentos.
Hace unos meses hablaba en esta misma newsletter durante mi embarazo sobre cómo también los sistemas de productividad están cimentados sobre esquemas machistas, ahora lo veo aún más claro. ¿Se puede llegar a todo? Probablemente no. Lo que sí se puede es llegar a algunas cosas primero y a otras después, comprometer en medio, tomar decisiones, priorizar aquí y allí tratando de la mejor de las maneras no perderse en el proceso.
Antes de acabar, volvemos a tu pregunta:
«¿Es posible compaginar crianza, pasión (escritura) y trabajo sin sentirte culpable por no llegar a todo? ¿Cómo se logra?»
Se logra tomando decisiones desde la esfera de lo individual, desde nuestras posibilidades y capacidades en cada momento. Y subrayo la palabra individual porque desde luego hay mucho que tenemos que hacer en cuanto a medidas colectivas, en cuanto al trabajo de las masculinidades en transformación social y la justa equidad en temas de cuidado, en temas de política social y medidas reales de conciliación.
Me gusta la idea de crear en la vida compartimentos estanco. En casa todos duermen ahora mismo y yo me he sentado a escribiros porque sí, a estas horas y tras los pañales y la falta de sueño y las prisas me cuesta hacerlo, pero me llena y me da una energía que no me da ninguna otra cosa en mi rutina. Me ordena la cabeza y se alinea con lo que quiero hacer en mi vida, lo que quiero ser. Me recuerda que trabajo por una causa que es más grande que tú y que yo y llena de propósito mi existencia.
Persigue la idea de tu habitación propia. Haz lo posible por exigirte ratitos para ti sola. De recordarte que tu espacio te hace mejor madre, pero que no lo haces por eso, sino porque te lo mereces como mujer, como persona.
Mira si hay algo que puedas cambiar. Si quizá solo haga falta ajustar un poco el timón para aprovechar mejor los vientos y ponerte de vuelta en un camino más alineado con lo que necesitas como mujer, como escritora y como madre. Y siempre que puedas, pide ayuda. No sé si tienes pareja o ejerces la maternidad sin ese apoyo, pero si tienes pareja, es importante recordar que no es ayuda en ese caso. Es corresponsaibilidad. Hablo de ayuda en general. Es verdad eso de que hace falta una tribu para criar a un solo niño. Todas las manos son pocas.
No dejes de escribir, Silvia. Aunque eso implique llenar medio párrafo con trescientas palabras mal puestas cuando todos duermen de jueves en jueves, porque eso mantendrá a salvo de la atrofia el músculo de los sueños.
Y ese músculo es el que siempre siempre siempre queremos mantener bien fuerte.
Te deseo lo mejor, no dejes de contarnos.
Y con esto acabamos.
Ahora me gustaría pediros que también vosotras participaseis. Podéis dar vuestros consejos, enviar vuestras palabras a Silvia y formar parte de una conversación que puede enriquecernos a todas comentando aquí abajo.
Gracias por comentar y compartir.
Nos leemos pronto.
Hasta entonces, quereos mucho.
Con amor,
MF
Recordad que El Consultorio no es un espacio clínico del que esperar intervenciones psicoterapéuticas y que esto no sustituye una consulta con un profesional.
Hola a todas! Me llamo Naiara, tengo 31 años y acabo de ser madre por segunda vez. Mientras tanto estudio un máster y también hago, como muchas de vosotras, malabares con los minutos. Antes me angustiaba no llegar a todo y no hacerlo todo perfecto, pero lo cierto es que debemos elegir, renunciar, pretender menos perfección, entre otras cosas. Pero también debemos exigir!! Exigir el espacio que nos pertenece, que nos merecemos y que necesitamos para poder ser nuestra mejor versión. Queda mucho por hacer a nivel social, pero como dice María, empecemos por lo individual. Un abrazo a todas!
P.D. Yo literalmente me he asignado en casa “mi habitación propia”. Un rinconcito para mí y sólo para mí, donde puedo escribir, estudiar, leer…
(¡Adoro El Consultorio!)
¡Hola, Naiara!
Gracias por compartir con las demás. Qué gusto leerte.
Máster y segundo hijo suena a que vas a tener la vida cuando menos apretada durante los siguientes meses, pero percibo tu ilusión mientras te leo, así que con suerte eso ayudará un poquito 🙂
Un abrazo grande y nos seguimos leyendo por El Consultorio, ¡que solo acaba de empezar!
MF