Dar gracias. En la sociedad de la prisa y la queja hay un ejercicio que no cuesta dinero y se puede practicar desde cualquier lugar del mundo. Para ello no necesitas de un portátil, de un libro del último gurú cantamañanas ni aprender a recitar a tres voces un mantra tibetano. Es más simple que eso, algo que ya nos enseñaron nuestros padres pero que, de alguna forma, parece que hemos ido perdiendo.
Ayer tuviste que irte a la cama tarde. Ha sido una semana terrible de trabajo, y acabaste a las mil con la mesa llena de garabatos y todos los aparatos informáticos de la casa apilados de aquella manera. Una vez conseguiste cerrar el ordenador y tumbarte en horizontal, te diste cuenta de que dormir te iba a costar un rato. «No tenía que haberme tomado el último café de la tarde», te decías en bucle con los ojos como platos colgando del techo.
Hoy, al despegar el primer párpado, ya te has dado cuenta de que algo no iba bien. Tenías la mirada pesada, los dedos como globos y la garganta seca, fruto de esa tos que llevas arrastrando semanas y de la que no te terminas de librar. Al coger el móvil, ese gesto que repites cada mañana nada más comenzar el día, te has dado cuenta: vas tarde. De ahí a la ducha ha sido un salto, y en diez minutos estabas untando la tostada de tan mala forma que te la has tirado en el pantalón del traje. Y no, no ha caído bocarriba.
Has jurado en hebreo tres veces, no te has despedido de tu mujer ni de tus niños. Has pasado el día farfullando en cada esquina y quejándote del cosmos en los baños de tu empresa. Has llegado a casa ya con el cable cruzado, qué digo cruzado, enmarañado, y antes de dejar caer tu cabeza sobre la almohada aún te ha dado tiempo de invocar a los cuatro jinetes del apocalipsis y a sus cuatro caballos en la mesa de la cena.
Discusiones con la familia, con los compañeros, peleas, quejas, estrés, enfados, molestias permanentes, desasosiego e inconformidad general. Reproches, malos rollos. Ansiedad. Depresión. Psicosomatizaciones varias. En resumen: descontento. Un descontento hondo y generalizado.
También yo he estado ahí. A decir verdad, todos hemos estado ahí, ¿me equivoco?
Por eso hoy te propongo un ejercicio muy interesante que puede cambiar tu vida. Aunque la solución que te traigo no va a convertir tus días en un camino de rosas, te prometo que le va a dar otro color a todo. Y no lo digo yo, lo dice la ciencia.
Dar las gracias (a la vida, a Dios, al universo, a tu familia o a ti mismo) tiene el poder de transformar tu vida de, al menos, estas cinco formas:
- La gratitud le abre la puerta a más relaciones (Emotion, 2014).
- La gratitud mejora la salud física (Personality and Individual Differences, 2012).
- La gratitud mejora la salud psicológica (Robert A. Emmons).
- La gratitud incrementa la empatía y reduce la agresión (University of Kentucky, 2012).
- La gente agradecida duerme mejor (Applied Psychology: Health and Well-Being, 2011).
Ya te lo prometí al principio: dar gracias es un ejercicio que puede hacer cualquiera, que no cuesta dinero, y que la ciencia ha demostrado por activa y por pasiva que puede cambiar tu vida.
A partir de hoy, tómatelo en serio: cada vez que mires a tu mujer y a tus niños, da las gracias porque los tienes. Da las gracias por tu salud, por estar vivo, por tener trabajo. O quizá por tener formación y oportunidad de encontrarlo. Cuando trabajes mucho, da las gracias por tener la salud y la fuerza de hacerlo, y cuando no sea el caso, da las gracias por el tiempo libre y la oportunidad de usarlo en algo de provecho.
Prueba con dar gracias hoy una vez. Al levantarte quizá. Mañana también al acostarte. La gratitud es como un gran prisma a través del cual las cosas se verán de una manera mejor. Sin darte cuenta, y en poco tiempo, habrás conseguido pasar el foco de lo negativo a lo positivo.
La gratitud es como un gran prisma a través del cual las cosas se verán de una manera mejor.
Inténtalo. No cuesta nada.
Y tú, ¿crees que eres una persona agradecida?, ¿has probado ya esta técnica antes?, ¿te dejas embargar por el cinismo y crees que todas estas cosas no son más que palabrería barata? ¿crees que dar gracias puede cambiar algo?
Con amor,
MF
Gracias! Thank you! Merci! Grazie! Obrigado! Danke! Tak! Arigato! 🙂
🙂